jueves, 4 de octubre de 2007

COLOMBIA-CIUDAD PERDIDA-JUL06




Buritaca-200 o Ciudad Perdida fue descubierta en 1976 por un equipo de arqueólogos del Instituto Colombiano de Antropología encabezado por Gilberto Cadavid y restaurado casi en su totalidad. Investigaciones arqueológicas en el sitio parecen indicar que este poblado fue fundado alrededor del 800 D.C. y abandonado en algún momento entre los años 1550 y 1600 D.C. En sus alrededores fueron detectados otros 11 poblados, y en algunos de estos sitios se han realizado excavaciones arqueológicas. Se levanta entre lo 900 y los 1.200 metros de altura sobre las estribaciones del Cerro Correa en la zona norte de la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia) sobre la margen derecha del Río Buritaca. Es conocido como Teyuna por los indígenas de la zona y por ende su nombre compuesto: Parque Arqueológico Ciudad Perdida-Teyuna, aunque dentro de la nomenclatura de sitios arqueológicos para la Sierra Nevada de Santa Marta también se le conoce como Buritaca-200. El lugar comprende un complejo sistema de construcciones, caminos empedrados, escaleras y muros intercomunicados por una serie de terrazas y plataformas sobre las cuales se construyeron los centros ceremoniales, casas y sitios de almacenamiento de víveres. Ocupa un área de aproximadamente 200 hectáreas, unos 2 kilómetros cuadrados. Desde su descubrimiento ha sido administrado por el Instituto Colombiano de Antropología como Parque Arqueológico Nacional y ha sido postulado ante la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En 2007 la Ciudad Perdida o (Teyuna) obtuvo la 5 posición como una de las 7 Maravillas de Colombia, mediante votación.

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martes, 28 de agosto de 2007

SANCTI PETRI



A escasos kilómetros de distancia del centro urbano de Chiclana de la Frontera, en la costa de este municipio turístico por excelencia, se encuentra la península de Sancti Petri. En la actualidad, el poblado que allí se ubicó está totalmente en ruinas, y ya sólo queda el recuerdo de la importante almadraba que allí se estableció desde mediados del siglo XX, cuando era considerada como pedanía chiclanera. Ahora la pesca no es, ni de lejos, la actividad principal, pero el deporte y el ocio se han colado por completo en la rutina cotidiana, si bien la actividad adquiere mayor relevancia durante los meses de verano. Aún así, Sancti Petri dispone de un pequeño, coqueto y remozado puerto deportivo, con capacidad para unos 300 amarres, y cuenta también con un club náutico y escuela de windsurf.

Muy poco se parece el actual Sancti Petri a lo que era en 1929. Fue entonces cuando el Consorcio Nacional Almadrabero se hizo con la titularidad del poblado, y poco a poco se fueron edificando las viviendas de los pescadores y la propia almadraba. Poco más existía allí. Con el tiempo, empero, las facilidades para los habitantes fueron creciendo, y el Consorcio creó dos colegios para los niños, una iglesia, un bar e, incluso, un cine, además de otros servicios, la mayoría de ellos relacionados con la actividad de la pesca, que era el único recurso del que se podía vivir.
Cuesta pensar ahora, viendo el estado del poblado, la frenética actividad que allí se desarrollaba. La temporada de trabajo daba comienzo a mediados del mes de marzo y se extendía hasta finales de agosto. Muchos venían desde las provincias de Huelva y Málaga, sobre todo, dispuestos a ganarse un digno jornal gracias al atún. No sólo ellos se beneficiaban, ya que toda la industria de la almadraba tenía trabajo que hacer. Una vez que el pescado llegaba a tierra, los chanqueros descuartizaban los atunes para salarlo, guardarlos en conserva o sacar la deliciosa mojama, calificada por algunos como el jamón del mar, aunque lo cierto es que es bastante más salada. Pero acompañada con un buen fino chiclanero resulta un verdadero manjar.
La vida no era fácil en Sancti Petri, y mucho menos lo iba siendo con el paso de los años. Las deudas contraídas por el Consorcio hicieron que este cesase su actividad en los primeros años 70. Los pescadores tuvieron que abandonar las redes, y desde ahí hasta hoy las casas se mantienen en pie. Algunas de ellas sirven para que los pescadores guarden sus artes de pesca y se reúnan allí, pero la gran mayoría de los edificios apenas se mantienen en pie. Pasear por sus calles es hacerlo por un pueblo fantasma.

Aún así, la actividad no para en Sancti Petri. El turismo deportivo ha tomado el relevo, y a pesar de que las ruinas del poblado quedan como testigos de aquello que fue, los turistas acuden ahora para aprender a navegar, subir en motos de agua, disfrutar de la playa, visitar el cercano castillo de Sancti Petri o el Paraje Natural de las Marismas de Sancti Petri, y para comer. Porque la almadraba se fue, pero lo que no abandonó sus aguas fue el pescado. Buena cuenta de ello dan los bares y restaurantes del entorno, que ofrecen unos platos exquisitos, comenzando por el típico pescaíto frito a otros más elaborados con un elemento común: el sabor del mar siempre presente.
Es significativo; a pesar de que el poblado está totalmente en ruinas, Sancti Petri siempre ha sido un hervidero de personas, en cualquier época del año hay gente paseando en sus barcos o, simplemente, dando un paseo.
Hay algo de especial en esta zona de Chiclana, y eso es algo que los propios chiclaneros tienen asumido. Pero es algo contagioso. Puede que Sancti Petri no sea bonito; puede que no tenga tiendas; puede que no tenga casas para habitar; o puede dar la impresión de que la ruina se ha instalado por siempre allí. Habrá opiniones para todos los gustos. A pesar de todo eso, es un lugar con un encanto especial. Es pequeño, acogedor, curioso, y tiene unos alrededores sin desperdicio. La playa, el Paraje Natural de las Marismas y el castillo, han sido los atractivos que han atraído a varias empresas turísticas, estableciéndose allí y ofreciendo sus servicios a los turistas. No cabe duda de que el verano es la mejor época para hacer una visita a Sancti Petri, aunque es ahora, en esta época del año o cuando empieza a calentar un poco más el sol, cuando se puede disfrutar de sus encantos de manera más relajada. Una visita a Chiclana estará, seguro, incompleta sin conocer este pequeño rincón, donde la historia y el presente se mezclan para ofrecerle lo mejor al visitante. No se queden con las ganas.


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EIVISSA

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OLAS